En Chile la norma NCh. 409/1 indica que el nivel máximo de arsénico en agua potable debe ser de 0,05 mg/L mientras que la OMS, a través del codex alimentarius es más estricta, permitiendo un máximo de 0,01 mg/L.
El arsénico parece ser un problema serio en todo el mundo. La ciudad de Antofagasta en nuestro país es el mayor ejemplo de contaminación del agua potable con graves problemas en la salud de su población. En el año 1958 los niveles de arsénico en el agua de Antofagasta alcanzaron niveles de 0.8 mg/L de agua, 16 veces mayor que lo permitido actualmente por la Norma Chilena. En la actualidad, la empresa Aguas Antofagasta dice haber reducido los niveles de arsénico a 0.01 mg/L, cumpliendo así con lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud aún cuando la normativa chilena es más permisiva, aceptando 0.05 mg de arsénico por litro de agua.
En países europeos, la mayor fuente de exposición al arsénico son los alimentos. Recientemente, el panel científico CONTAM, de la European Food Safety Authority publicó un reporte científico que indica que los alimentos como cereales y productos derivados, agua embotellada, café y cerveza, arroz, pescado y vegetales son los que presentarían los mayores niveles de arsénico inorgánico, la forma en que se presenta el arsénico en la naturaleza más tóxica para el ser humano. Ellos estiman que los consumidores de grandes cantidades de arroz están expuestos a alrededor de 1 ug/Kg al día y los consumidores de algas marinas y derivados están expuestos a 4 ug/Kg al día. Dependiendo del tipo de procesamiento que tiene el alimento, la temperatura y el tiempo podría variar las concentraciones de arsénico en las comidas pero sin duda que el agua con la que cocinan estos alimentos determinaría si la concentración es más alta o más baja que los alimentos crudos o sin procesar.
En nuestro cuerpo, el arsénico inorgánico soluble es rápidamente absorbido después de la ingestión y es distribuido por la sangre a casi todos los órganos, incluso puede traspasar la barrera placentaria en la embarazadas. A largo plazo, la acumulación en nuestro organismo puede causar lesiones en la piel, cáncer, neurotoxicidad, enfermedades cardiovasculares, diabetes, etc.
FUENTE: http://www.efsa.europa.eu/EFSA/ScientificPanels/efsa_locale-1178620753812_CONTAM.htm
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