Las semillas de esta leguminosa pueden contaminarse a través de diferentes vías; al provenir de cultivos regados con aguas servidas, por un almacenamiento en condiciones de alta temperatura y humedad o por malas prácticas de higiene.
Las semillas al germinar, favorecen la proliferación de microorganismos, considerando además, que los brotes son generalmente consumidos crudos, se hace imprescindible obtener un método de desinfección que llegue a todas las partes de la semilla y obviamente que no perjudique su capacidad de germinación.
Investigaciones realizadas por la universidad de Nottingham han probado diferentes técnicas para obtener semillas inocuas; utilizando agua caliente y fría, vinagre y limón e hipoclorito de sodio, sin embargo todas estas tácticas muestran efectos perjudiciales en su germinación, por lo que la prevención ha adquirido un papel fundamental en el control de estos patógenos constituyendo actualmente la única herramienta para evitar posibles contaminaciones.
La Agencia de Alimentación Británica (FSA) estableció los criterios que deben seguir los consumidores para prevenir estas situaciones:
Comprar brotes refrigerados, crujientes y de color oscuro.
Utilizar pinzas o guantes para seleccionar los brotes cuando se compren a granel.
Mantenerlos refrigerados a 4ºC y utilizarlos lo más rápido posible.
Respetar la fecha de vencimiento y eliminar los que se vean en malas condiciones.
Utilizar solo brotes firmes, blancos y sin manchas.
Aplicar agua hervida durante 5 minutos antes de consumir.
El cultivo en el hogar favorece la ingesta de brotes frescos, inmediatamente después de ser cosechados, disminuyendo la probabilidad de consumir brotes añejos que tengan una alta acumulación de patógenos.
http://www.consumer.es/seguridad-alimentaria/sociedad-y-consumo/2010/10/13/196427.php
Aporte: Karla Nazar y Andrea Martin
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