Uno de los peligros asociados a las enfermedades
transmitidas por alimentos es la presencia de metales pesados. Estos se
consideran dentro de la categoría de peligros químicos y se categorizan como
sustancias inorgánicas que no tienen relación con el alimento como producto
final o con las materias primas. Estos afectan la cadena alimenticia por su
bioacumulación en las cadenas tróficas, debido a su alta persistencia en el
entorno y al no tener una función biológica definida, en algunos casos. Se consideran
metales pesados a aquellos metales que pueden causar trastornos en la salud del
ser humano, ya sea por exposición a ellos o por almacenamiento en el cuerpo, ya
que en algunos casos el cuerpo no los asimila y sólo los bioacumula. Entre
ellos se encuentran algunos de los más tóxicos como: cromo, mercurio, plomo y cadmio.
Numerosos estudios han abordado el tema, existiendo
unanimidad entre la comunidad científica respecto al carácter tóxico de algunos
de ellos para los seres vivos. Bastante conocido es el caso en el que se
incorporan a la cadena alimenticia a través de los organismos filtrantes
presentes en los sedimentos marinos, habiéndose observado en ciertas especies
un factor de bioconcentración.
Naturalmente estos metales se encontraban en
concentraciones mínimas en el medio ambiente, pero a medida que el dominio
antropocéntrico aumenta por el constante crecimiento de las ciudades así como el
consecuente uso de bienes para la construcción de nuevas plantas industriales,
que son las principales en emplear dichos metales y sus derivados, ha traído
consigo un incremento en los niveles de metales pesados en el medio ambiente,
alcanzando concentraciones que causan daño a la salud y al equilibrio
biológico. La falta de un estudio sobre los organismos acuáticos, en general
los peces que bioacumulan estos metales ha motivado un trabajo de investigación
realizado en México, Laguna de Metztitlán. Esta tiene una gran importancia
económica y ecológica para la región, representa un refugio para las aves que
habitan en la zona así como también para las especies migratorias. La laguna es
fuente de alimento y empleo para los habitantes de la zona, ya que de ella
viven varias familias de pescadores que extraen carpas y otros pescados para su
venta en la región. Así también este gran cuerpo de agua sirve como regulador
del clima local y proporciona condiciones favorables para realizar labores
agrícolas. El objetivo de este estudio fue determinar la concentración de aluminio,
cadmio, calcio, cromo, plomo, magnesio, potasio, sodio y zinc bioacumulados en Cyprinus carpio, especie que es
cultivada en la zona de estudio.
De los resultados obtenidos, el cadmio y el cromo no se
detectaron, el clomo no se detectó en músculo, branquias y vísceras; únicamente
se registró en piel y huesos, exhibiendo la mayor concentración en huesos. Sin
embargo, se registraron altos contenidos de aluminio en todos los órganos. La
bioacumulación evidente de metales en Metztitlán, se manifiesta con altos
contenidos de aluminio en todos los órganos de Cyprinus carpio, la presencia de plomo en la piel y huesos, se debe
a su sustitución en la ruta metabólica por el calcio y la bioacumulación de potasio
en el músculo y del zinc en vísceras, debe ser monitoreada por un periodo más
prolongado, con el fin de evaluar una posible correlación de estos metales en
alguna función metabólica del pez.
Adaptado de Centro de Investigaciones Biológicas,
Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, México.
Aporte: Andrea
Fresard
No hay comentarios.:
Publicar un comentario