El sistema de Identificación de Radio Frecuencia (RFID) ha sido adaptado para rastrear quesos españoles a través de la cadena alimenticia.
Un equipo de científicos del Departamento de logística de la Universidad del de Dortmund, desarrolló un método para rastrear y trazar la producción del "Queso Cabrales", un nuevo tipo de queso elaborado en España.
El desarrollo de normativas más estrictas, han forzado a las empresas de alimentos a invertir en el desarrollo de mecanismos que permitan rastrear los productos que comercializan a los largo de toda la cadena alimentaria. En este sentido, el sistema de Identificación por Radio Frecuencia (RFID) pasa a ser una necesidad y una solución, no sólo para grandes compañías internacionales, sin además para la mediana y pequeña industria.
Los fabricantes de queso que utilizan este nuevo sistema, deberán incluir un TAG de RFID en el producto, cuya información es traspasada a un número de serie durante el envasado. "La meta del proyecto es de desarrollar un sistema seguro que permita marcar cada queso en forma individual durante la primera etapa de la producción, que permanezca durante el proceso de maduración y que finalmente se encuentre en el envoltorio final" dijo Thomas Jansen, jefe del proyecto.
Los clientes que compren el queso, podrán utilizar el número de serie para rastrear las etapas desde “el campo a la mesa”, lo que les permitirá identificar datos como el predio de origen de la leche, la fecha de elaboración del queso y la duración del periodo de maduración.
Durante el desarrollo de este nuevo sistema, los investigadores de la Universidad del de Dortmund tuvieron que lidiar con diversos problemas, tales como la utilización del RFID en queso fresco y en crear un TAG que fuese capaz de superar el proceso de maduración, dijo Jansen, quien agregó que el RFID fue creado en respuesta a la normativa vigente en la Unión Europea (UE 178/2002).
¿Qué es RFID?
La tecnología basada en la identificación por radiofrecuencia se perfila cada vez más como un potencial sustituto de los tradicionales códigos de barras, utilizados ampliamente en la industria alimentaria para la identificación de los alimentos. De hecho, se calcula que el número de estos identificadores en los próximos 10 años puede llegar a ser muy superior al actual, una vez se superen los principales problemas actuales, como su elevado costo. La etiqueta electrónica contiene un código y un número de serie únicos que bien puede asociarse a una caja de productos o a un artículo individual. La lectura de la información se realiza a través de señales de radio, sobre todo con sensores, lo que permite, por ejemplo, conocer la caducidad de los alimentos.
Una de las principales ventajas de este sistema es que permite la identificación por unidad, es decir, cada producto puede ser seguido de forma individual durante todo el proceso de producción, desde el origen hasta que llega al consumidor. Esta es una de las principales diferencias con el código de barras (el principal sistema utilizado hoy), ya que mientras éste último identifica un tipo de producto (por ejemplo, botellas de agua), el nuevo sistema es capaz de detectar una unidad (una botella concreta). La etiqueta electrónica (o tag) permite controlar y rastrear un producto a lo largo de toda la cadena de distribución, desde el productor hasta el consumidor, pasando por las empresas de almacenaje y distribución o el comercio que vende el producto.
Los dispositivos basados en la tecnología RFDI, a diferencia de los códigos de barras, que se adhieren en la parte externa de la superficie del producto, forman parte del producto o se colocan bajo una superficie protectora. Esto les proporciona una elevada resistencia a impactos externos, a los que sí son vulnerables los tradicionales códigos. Para que el funcionamiento sea del todo óptimo debe contarse con un lector, una microantena y una base de datos, en la que se contiene información como la fecha de producción o de caducidad.
Fuentes: Food Production Daily y consumaseguridad.com
Aporte: Álvaro Figueroa O. / Ingeniero Agrónomo
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