A pesar de que la migración de aluminio procedente
de los envases o papel a los alimentos es pequeña, su uso en las cocinas
debería restringirse.
La utilización del aluminio como papel o envase para alimentos, tiene
por objetivo actuar como barrera protectora en la pérdida de aromas, protección
de la luz, oxígeno, contaminación y
humedad.
A pesar de estos beneficios, en algunos países como Alemania, Francia,
Bélgica, Reino Unido o Brasil, su uso está prohibido para evitar migraciones de
sustancias que puedan suponer un riesgo para la salud. En efecto, la EFSA, afirma
que un alimento en contacto con papel o
recipientes de aluminio contribuye al aporte de este mineral a la dieta, lo que
dependería de la temperatura, el tiempo de cocción, la composición y pH
del alimento, la presencia de ácidos orgánicos, sal y otros iones. Según un
informe del Comité Mixto FAO/OMS de Expertos en Aditivos Alimentarios (JECFA),
la exposición al aluminio es de 0,16 mg/kg/día si la presencia es natural en los
alimentos y de 0,1 mg/kg/día, en el caso de los materiales en contacto con
alimentos.
La
Comisión Europea acaba de publicar un reglamento con
nuevas condiciones de uso y niveles de los aditivos alimentarios que contienen
aluminio. A partir del 1 de febrero de 2014, deben modificarse las condiciones
de uso y reducirse los niveles de los aditivos que contienen aluminio, incluso
de las lacas colorantes. El objetivo es que no se supere la ingesta semanal
tolerable establecida por la EFSA en 1 mg/kg de peso corporal. Se fija un
tiempo para que los fabricantes de aditivos alimentarios se adapten a los
nuevos requisitos.
Fuente:http://www.consumer.es/
Aporte: Jessica Moya Tillería
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