lunes, 17 de marzo de 2008

Europa exporta estándares de seguridad alimentaria.

BRUSELAS — En 1997, tras las olas de pánico causadas por los brotes de enfermedades como la de la "vaca loca", algunos de los minoristas más grandes de Europa se unieron para crear nuevas reglas globales para aquellos que venden carne, frutas y verduras a Europa, el continente que más alimentos importa. El año pasado, compró alimentos por cerca de US$ 20.000 millones de países externos a la Unión Europea.

Hoy, estos programas de calidad introducidos por el sector privado también se han vuelto populares en otros países. En febrero, el minorista estadounidense Wal-Mart Stores anunció que sólo compraría vegetales, carne y mariscos de proveedores acreditados por oficinas de inspección privadas.

El mayor de esos reguladores privados, GlobalGap, ahora cuenta con 81.000 granjas y plantas en 76 países miembros, frente a las 18.000 que tenía en 2004. GlobalGap también cuenta con varias empresas asociadas en América latina. La lista de cadenas que recurren a GlobalGap está creciendo, incorporando a nuevos miembros como McDonald’s y agricultores estadounidenses ansiosos por colocar sus productos en el lucrativo mercado europeo.
La razón de Europa para desarrollar un esquema de certificaciones privadas que abarca varios países y compañías era "proveer una respuesta rápida a las cosas que preocupan al consumidor, en un formato que el gobierno no puede proveer", dice Nick Ball, un gerente técnico de Tesco PLC, la cadena británica de supermercados.

Los requisitos de certificación de GlobalGap, que en inglés significa Global Good Agricultural Practice, algo así como "Buena práctica agrícola global", incluye límites a los residuos de pesticidas (cuánto permanece sobre una fruta o vegetal después de lavarse), una prohibición contra animales no esenciales en los alrededores de los mataderos (incluyendo perros) y análisis en terreno para asegurar que los agricultores no están utilizando demasiado fertilizante. Los estándares aumentan los precios de venta, contribuyendo a la inflación alimenticia global, pero las encuestas y los datos de ventas muestran que los consumidores están dispuestos a pagar más a cambio de una mayor calidad.

Sin embargo, GlobalGap no está exento de controversia. A las grandes granjas les resulta más fácil aportar las inversiones necesarias para cumplir ciertos requisitos. Eso coloca en desventaja a los pequeños productores. Una coalición de países emergentes, entre los cuales figuran Brasil y Egipto, ha presentado una queja formal ante la Organización Mundial del Comercio en Ginebra.
El documento asegura que los estándares del sector privado representan un obstáculo comercial injusto para los pobres del mundo.

Aporte: Cristián López H.
Fuente: Emol –John W. Miller.

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