Los
puestos de trabajo en la oficina no están exentos de riesgo de contaminación
Estudios microbiológicos han demostrado que los
microorganismos patógenos están presentes no solo en las cocinas y los
comedores, sino que también en oficinas. En una investigación de la Universidad
de San Diego (E.E.U.U.) se demostró que “existen más de 500 tipos de bacterias
en los espacio de oficina”.
Uno de los grandes problemas asociados en la contaminación
de los alimentos por parte de los consumidores son las enterobacterias. Bacterias
que están presentes en muchos órganos del cuerpo humano (boca, nariz, orejas,
pelo, uñas, heridas e intestinos). Este grupo puede congregar varias bacterias patógenas
tales como: Salmonella, Shigella,
Yersinia y E.coli. Ellas
provienen del intestino, a partir del cual recontaminan el medio a través de
las heces e infectan en un ciclo fecal-oral.
La contaminación microbiológica por patógenos es la causa
más frecuente de problemas sanitarios en la alimentación. Es aquí donde la
actuación del consumidor tiene una importancia decisiva.
Uno de los motivos de esta contaminación es que no se presta
demasiada atención en la limpieza de la oficina (involucra mesas, teclados,
mouse, teléfono fijo y elementos personales), algo que eventualmente ocurre con
menos frecuencia en el baño o la cocina. Estas zonas se limpian más a menudo ya
que se les asume mayor riesgo de contaminación.
Para reducir los riesgos en la oficina, se recomienda:
1. El
correcto lavado de manos antes y después de ir al baño.
2. Limpiar
con detergente y sanitizante la zona donde se va a ingerir los alimentos antes
y después de su uso.
3. No
dejar los alimentos a temperatura ambiente.
4. Usar
envases adecuados que permitan mantener refrigerado los alimentos durante el
traslado a los lugares de trabajo, entre otros.
Solo se puede garantizar la inocuidad alimentaria contando
con la responsabilidad compartida de todas las personas que tienen alguna
relación con los alimentos. Ello incluye las materias primas, almacenamiento,
elaboración, conservación y distribución hasta los consumidores.
No obstante, el riesgo cero no existe en la alimentación y
debemos ser conscientes de que incluso la legislación más estricta y los
sistemas de control más seguros no pueden protegernos totalmente. La mejor
manera de garantizar la seguridad alimentaria sigue siendo estar bien
informados sobre los principios básicos de la producción alimentaria y tener
cuidado cuando se manipulan los alimentos ya sea en casa, colegios u oficinas.
Aporte: Laura Palma G.
Fuente: http://www.consumer.es/seguridad-alimentaria/sociedad-y-consumo/2014/10/08/220662.php
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