Las normas alimentarias constituyen una forma de organizar y controlar el complejo sistema de elaboración y producción de alimentos.
Ante la creciente venta de nuevos alimentos, nuevas industrias alimentarias y renovados marcos legislativos, la demanda de seguridad alimentaria es cada vez mayor. Se exige más calidad e inocuidad para que, cuando surge algún problema, puedan identificarse las causas y corregirlo lo antes posible. Para organizar de la mejor manera todo este entramado, se elaboraron hace ya unos años una serie de normas alimentarias que, a día de hoy, continúan su proceso evolutivo de acuerdo con las exigencias del consumidor.
Una de las primeras normas fue la llamada ISO 9001:2000, una medida normativa enfocada a la calidad de una empresa. Esta medida se centra en los requisitos que debe cumplir una industria, en este caso alimentaria, pero es aplicable a todo tipo de actividades, con el fin de mejorar y mantener la calidad de sus productos. La ISO 9001:2000 es el estándar de gestión por antonomasia, que ha demostrado su eficacia como base para un buen sistema de gestión de la calidad.
Objetivo: calidad y seguridad
Las normas alimentarias deben garantizar que se cumplen los requisitos de calidad y seguridad alimentaria
En la década de los noventa, varias empresas certificadas con la ISO 9001 fueron responsables directas o indirectas de crisis alimentarias, debido a una falta de salubridad en sus productos. Frente a esta problemática, el sector se vio obligado a crear nuevas normas que se relacionaran de forma directa con la higiene y la seguridad de los alimentos, factor que la ISO 9001 no contemplaba de manera tan específica. Todo ello, junto con la demanda de seguridad exigida por el consumidor, el incremento de los requisitos legales y la globalización del suministro de productos, ha contribuido a la necesidad de desarrollar normas que aseguren no solo la calidad, sino también la seguridad de los alimentos.
Así nacen algunos de los estándares de seguridad alimentaria más importantes, como el IFS (International Food Standard), BRC (British Retail Consortium) y la ISO 22000 (International Standard Organization), todos enfocados a la implantación de un eficaz sistema que gestione la seguridad de los alimentos que se elaboran en las industrias. No es de carácter obligatorio, es decir, las industrias pueden certificarse con la norma o no, pero contar con su aval significa un aumento de la confianza de los consumidores actuales, una mejora de la seguridad alimentaria, la demostración de que se cumplen los requisitos legales y la posibilidad de exportar sus productos a los mercados europeos, entre otras ventajas.
Fuente:http://www.consumer.es/seguridad-alimentaria/normativa-legal/2011/08/29/202694.php
Aporte: Natalia Domínguez
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