viernes, 13 de julio de 2007

La Comisión del Codex Alimentarius adopta 44 normas alimentarias y destaca la necesidad de adoptar principios de análisis de riesgos

El programa del 30º período de sesiones de la Comisión del Codex Alimentarius, celebrado en del 2 al 7 de julio de 2007, acordó nuevas estrategias para mejorar la inocuidad y calidad de los alimentos. Entre los temas tratados se encuentra la seguridad de la leche en polvo para lactantes, las prácticas de higiene para la producción de huevos, la reducción de ocratoxina A en vinos y el control de productos procedentes de Oriente Medio. Durante seis días, los representantes de más de 133 países determinaron nuevas medidas que sirvan a los países para garantizar la salud de los consumidores, mejorar la calidad de los alimentos y garantizar prácticas en el comercio. Como novedad, este año se han establecido principios de análisis de riesgos para que los países establezcan sus propias normas.

Como resultado del encuentro, se acordó la adopción de 44 normas alimentarias y una extensa lista de principios de análisis de riesgos que son necesarios para reducir la incidencia de enfermedades relacionadas con los alimentos (ETAs).

Entre las novedades de la reunión, estuvo el acuerdo para tomar acciones destinadas a prevenir o reducir la presencia de ocratoxina A en el vino, una micotoxina producida por hongos de los géneros Aspergillus y Penicillium que crece de forma natural en alimentos como cereales, café, cacao o vino. En concreto, el desarrollo de un código en este sentido pretende ofrecer herramientas para reducir la contaminación del vino y disminuir el riesgo de su consumo, ya que se trata de una micotoxina que ha demostrado tener propiedades carcinogénicas en todos los animales de experimentación analizados hasta ahora.

En respuesta a los cambios constantes que afectan el sector alimentario, los expertos de la Comisión han entregado especial énfasis al análisis y prevención de nuevas amenazas, como la resistencia microbiana. Una necesidad específica se refiere a la adopción de directrices adicionales que permitan reducir la incidencia de la salmonellosis y la campylobacteriosis en pollos, implicadas en buena parte de las ETAs en todo el mundo.

En este sentido, mantener el control de todo el proceso de producción, desde la granja a la mesa, constituye un eje fundamental para evitar «cientos de miles de casos» cada año.

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